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¿Alguna vez te lo preguntaste?

Estamos en un momento mundial donde muchos paradigmas están cayendo, donde muchas instituciones están siendo cuestionadas y donde muchos mandatos están siendo eliminados.

A los que nos encontramos entre los 30- 40 años, aún nos quedan los resabios de los “modelos tradicionales” pero a la vez comenzamos a sentir el aroma y el gustito a los nuevos planteos sociales.

Con esto no quiero decir que los modelos o instituciones tales como el matrimonio sean malas, nocivas etc. Creo que todo es bueno en la medida que nos haga bien.

Pero podemos hablar horas de matrimonios que internamente viven situaciones de desamor absoluto, donde existen parejas que se unen “porque hay que casarse”, o modelos de pareja que no se ajustan a los deseos o características de sus integrantes ; pero que HAY que acatar porque “es así”.

Creo que muy pocos (espero equivocarme) se preguntan “¿Para qué una pareja?”. Y cuando preguntamos la mayoría de las personas responde “compañía”.

Y si, claramente la pareja puede proveer compañía pero también conocemos muchas parejas en las que ambos integrantes se sienten muy solos.

Por otra parte, al colocar como primer pilar la compañía, podemos detectar que la soledad en ese tipo de casos no suele tener una buena connotación. Sea porque “está mal estar solo a determinada edad”, o porque “no me banco estar solo, me aburro etc” algunas personas se embarcan en una relación más delimitada por condiciones externas que por una profunda convicción y deseo de unión.

Te pregunto entonces: ¿para qué la pareja?

Si intentaras ir más allá de la palabra “compañía”, ¿que dirías?

Personalmente creo que la pareja nos impulsa a maximizar nuestra experiencia humana.

Se trata de un contexto en el cual se ponen de manifiesto nuestros valores, cualidades y por sobre todas las cosas nuestra capacidad de DAR.

Ya no se trata solamente de nuestras necesidades sino de ser capaces de respetar y detectar las necesidades de otro, de registrar que hay otro que representa en si un universo en sí mismo y que da origen a un tercer universo (sumado al que somos nosotros): el NOSOTROS.

Los Niveles del Amor

El amor se expresa en 4 niveles:

Nivel 1: Demanda: “Mis necesidades están primero”. Sólo me encargo de recibir, pido y si no recibo lo que deseo me retiro. En este nivel solo hay expectativa y sanción si el otro no osa cumplir con nuestra demanda.

Nivel 2: Intercambio: “Te doy si vos me das, y en la cantidad que vos me des”. Acá se acuerda tácitamente que la pareja es un 50% de cada uno, se mide lo que se recibe y se da en base a eso.

Nivel 3: Amor 100%: “Te doy amor sin esperar nada a cambio”. Se experimenta el placer y la completitud a través de dar amor y satisfacer las necesidades más profundas del ser amado. Soy feliz en la felicidad del otro. Ambos miembros de la pareja dan su 100%.

Nivel 4 : Este nivel corresponde quizás a los líderes espirituales, Madre Teresa, Nelson Mandela. Acá el amor es incondicional y se ama aún a quien nos lastima.

Pocos son los que alcanzan una relación de pareja de un nivel 3. A veces uno de los miembros de la pareja está a un nivel 3, y si su compañero/a esta a un nivel 1 ó 2 indefectiblemente perderá confianza en su pareja y terminará descendiendo de nivel.

La gran mayoría de nosotros sólo hemos transitado en los niveles 1 y 2. Seamos honestos.

¿Cómo alcanzar un nivel 3 de pareja?

¿Cómo logramos una relación donde reina el amor hacia el otro sólo por ser, sólo por el placer de dar y de expresar nuestro corazón a través del otro? ¿Cómo llegamos a un encuentro con el ser amado que nos permita aprender y pulir nuestros miedos, dificultades de la mano del otro sin temor al rechazo y sin estar a la defensiva?

Sólo hay una respuesta: trabajando en nuestro amor propio constantemente. Sintiéndonos acompañados por nosotros mismos.

No se trata de sólo decirnos “Te amo”

Podría escribir un libro sobre el tema, pero si de amarse a uno mismo se trata, creo que la fórmula más exitosa que he comprobado en mis clientes y en mi vida tiene que ver con encontrar nuestro propósito de vida, enamorarnos de lo que venimos a entregar al mundo y alinearnos en pensamiento, palabra, emoción y acción hacia ese propósito. De esa manera, vibramos amor hacia la contribución que venimos a hacer, no sabemos hacia dónde vamos pero nos sumergimos en la incertidumbre orientados por nuestro corazón. Y qué es sino una relación? Sabemos que en la medida que estemos conectados con nuestros dones, y la felicidad de entregarlos estamos firmes y completos.

Y es en ese camino, donde se cruzan otros seres que vibran de igual forma, se unen y se establecen las relaciones más maravillosas, enriquecedoras y transformadoras. Es ahí donde surge la revolución del amor.

Entonces resulta importante detenerse un instante a pensar:

  • ¿Te sentís completo o buscas que tu pareja te complete?
  • ¿Estás solo y crees que una pareja te va a completar?
  • ¿Te sentís completo aunque no estás en pareja? Dejame decirte que es muy probable que en cualquier momento encuentres a alguien muy especial. Es así, cuestión de vibración.
  • ¿En qué Nivel de relación has estado mayormente en tu vida?
  • ¿Qué Nivel de amor deseas vivir? ¿Qué deberías hacer para lograrlo?

El principal problema que encuentra una relación es cuando nos entregamos a ella con la expectativa de recibir. El único horizonte de supervivencia de una pareja se encuentra si aprendemos a concebirla como un espacio para DAR y no un espacio para recibir.

Te dejo con todas estas preguntas y en el próximo artículo te voy a estar hablando acerca de las 6 Necesidades Humanas en las relaciones de pareja. Allí vas a encontrar interesantes ejercicios para hacer con tu pareja y preguntas específicas para trabajar juntos en hacer crecer el vínculo y maximizar nuestra experiencia en esta encarnación. No te lo pierdas.

Nos vemos!